Estas inversiones no tienen rival. Si alguien puede hacerlas es porque el arrendador se puede aprovechar de la indefensión o desconocimiento del inquilino. Se tienen al alcance estas condiciones de alquiler cuando un único directivo o familia controla una empresa y el resto de los socios no ejerce ningún control sobre la misma. Esto ocurre principalmente en sociedades cotizadas en bolsa. Quienes dirigen la sociedad, alquilan a la cotizada los inmuebles donde ésta desempeña su actividad. Es un tipo de operación vinculada.
La semana pasada, en la presentación de resultados de 2023 de Grifols, el consejero delegado anunció que en el futuro ya no habrá nuevas operaciones vinculadas. Esto representa un gran paso adelante, es todo un propósito de enmienda. Solamente falta decidir cómo resolverán las operaciones vinculadas vigentes y qué harán para que no perjudiquen a los minoritarios de la cotizada hasta entonces.
Es evidente que estas declaraciones se han hecho bajo la presión mediática, de los inversores y del supervisor de las últimas semanas. Esto es resultado de haber puesto sobre la mesa los conflictos de interés que han generado las compras de Scranton de dos proveedoras de plasma a Grifols, el enorme volumen de las transacciones entre dichas empresas y Grifols, la sorprendente doble consolidación de esas empresas, que Scranton haya cobrado comisiones de intermediación en adquisiciones de Grifols o por la financiación millonaria a los directivos que controlan la sociedad, cuando la cotizada tiene problemas de deuda. A mí personalmente me ha sorprendido leer en este diario que en 1958 la familia Grifols decidió cobrar un 3% de las ventas (no de los beneficios, se cobra aunque haya pérdidas) con un mínimo de 300.000 pesetas de la época a Laboratorios Grifols por la cesión de la marca Grifols. Sí, sé que fue hace mucho tiempo, pero ¿qué tipo de cultura empresarial soporta esta decisión?
Después de todas estas operaciones vinculadas poco habituales, no es de extrañar el revuelo generado. El problema es que han conseguido tapar el conflicto de interés que también generan los alquileres, algo que, a diferencia de lo anterior, es muy común en las cotizadas de ayer y de hoy. Grifols pagó a Scranton alquileres por importes de 7,2 millones de euros en 2023 y de 6,4 millones de euros en 2022.
Los alquileres de sociedades vinculadas a los directivos que controlan las cotizadas es una práctica muy común, pero no por ello debemos considerarlo ni justo ni aceptable. Se puede hacer tunneling tanto con grandes operaciones como con pequeños sobreprecios que se pagan todos los meses.
Las operaciones vinculadas es un tema relevante de conversación entre las empresas y los bancos de inversión que les ayudan en las salidas a bolsa. La banca de inversión explica a sus clientes sobre cómo pueden sacar la compañía a cotizar y después cobrar arrendamientos a la misma.
Están tan arraigados estos conflictos de interés que, en mi opinión, lo mejor es empezar reduciendo su tamaño a través de códigos de buenas prácticas que pongan objetivos a medio y largo plazo. Por ejemplo: que a partir de una fecha no se considere adecuado que los accionistas o directivos cobren arrendamientos a las sociedades que controlan. En otras palabras, los inversores pedimos a las cotizadas que poco a poco vayan cerrando las vías por las que los directivos se llevan dinero de más a nuestra costa.
A estas alturas del artículo seguro que hay un grupo de lectores bien pensados que todavía creen que los arrendamientos se realizan a precios de mercado y que por ello no hay «tunneling». A éstos les pido que revisen el apartado de operaciones vinculadas de las cuentas anuales de cotizadas controladas por familias y vean cuántas son las sociedades familiares que alquilan inmuebles a las sociedades. Después piensen qué probabilidades hay de que todas esas familias (cada una de su padre y de su madre) hayan decidido entrar en el negocio inmobiliario y que justamente alquilen las oficinas a las sociedades de las que son directivos. Por último, pregúntense por qué cuando los directivos están controlados por otros accionistas que de verdad ejercen control (ejemplos: ENCE, Línea Directa, CIE o Global Dominion) los directivos no entran en el negocio de alquilar inmuebles a las sociedades que dirigen.
Hagan una estimación de probabilidades y vean cómo de cerca o de lejos se quedan de la certeza estadística que demostraría que los alquileres se utilizan para ganar más dinero a costa de los minoritarios. Una vez hecho este ejercicio, por favor no se opongan a que poco a poco podamos construir un mercado de capitales más desarrollado.
]]>Me contó que estaba muy contento porque iba consiguiendo sus objetivos comerciales y eso le reportaría el cobro de un buen bonus. Ese día estaba eufórico porque se había reunido con un nuevo cliente que le iba a llevar 2 millones de euros a la oficina.
Mi pregunta fue: ¿en qué lo va a invertir? Su respuesta no se me olvidará nunca: «Todavía no lo sé, nos reuniremos otra vez en un par de meses, pero solamente el tiempo que deja el dinero en la cuenta corriente me va a generar una pasta». Me quedó claro que el objetivo de mi amigo era lograr sus objetivos comerciales y que lo que consiguiera o no su nuevo cliente no le preocupaba en absoluto.
Estamos otra vez en una época en la que el dinero que se queda en las cuentas corrientes genera «una pasta» para los bancos y banqueros mientras el valor real del capital de los clientes va disminuyendo. ¿Por qué no lo invierten al menos en fondos monetarios?
Gescooperativo lanza un fondo garantizado con una rentabilidad del 5,21% a 30 meses
C. R.
Según datos de Inverco, a finales de 2021 había 33.613 millones de euros en fondos monetarios y de renta fija a corto plazo en euros. En ese momento los rendimientos de estos productos eran negativos y se sabía de antemano que los clientes tendrían pérdidas por ellos. Sin embargo, nadie les decía que salieran de allí. Los bancos y banqueros ganaban menos si se los llevaban a cuenta corriente.
A 31 de enero de 2024 hay 49.749 millones de euros en estos mismos productos. Hay más que en 2021, pero considerablemente menos de lo esperado si los clientes estuvieran informados de que el valor liquidativo de estos fondos aumentará semanalmente, con rendimientos difícilmente inferiores al 2,5% en los próximos 12 meses, además de ofrecer liquidez diaria.
Como referencia, en 2005 había 99.432 millones de euros en estos fondos —el doble de la cantidad actual—, a pesar de un incremento del 58% en el PIB nominal desde entonces. Esto plantea la cuestión de por qué los bancos no recomiendan a sus clientes trasladar grandes saldos a fondos monetarios, una estrategia que beneficiaría a ambas partes. La respuesta es simple: los bancos obtienen mayores beneficios cuando los clientes mantienen su dinero en cuentas o depósitos con menor remuneración.
Estos hechos demuestran que los ahorradores no pueden esperar a que su banco les recomiende lo mejor para ellos, porque no va a ocurrir. Las gestoras publican hoy las rentabilidades objetivo de los fondos de renta fija, pero en 2021 no lo hacían. No querían espantar a los inversores con rentabilidades esperadas negativas o próximas al 0%.
A los ahorradores no les queda más remedio que interesarse por su patrimonio si no quieren que pierda poder adquisitivo rápidamente. Deben preguntar a conocidos, valorar alternativas e ir adquiriendo poco a poco conocimientos financieros. A largo plazo, la rentabilidad que obtienen los inversores depende más de su educación financiera que de otros factores.
Invertir implica confiar en terceros, lo cual es inevitable. Sin embargo, sin un mínimo de conocimientos financieros y dedicación, no se puede evaluar la competencia y desempeño de las personas en las que confiamos.
]]>Estados Unidos sigue siendo el destino principal de la inversión extranjera, medida en dólares. Su atractivo se ha fortalecido recientemente, en parte debido al crecimiento de la gestión pasiva. Los inversores buscan indexarse a índices como el S&P 500 o el MSCI World (donde las compañías estadounidenses representan el 70% del índice).
Por otro lado, incluso en España son relativamente pocos los inversores que quieren ligar el futuro de su patrimonio al Euro Stoxx 50 o al Ibex 35.
Los índices bursátiles son mucho más de lo que aparentan. Son la punta del iceberg de la realidad empresarial de un país. Representan muy poco porcentaje del valor que genera una economía, pero es la parte más visible. Los índices actúan como un escaparate, muestran algunas de las empresas más destacadas de cada país e invitan, o no, a pasar dentro.
Los inversores que tienen puesto su foco en startups, empresas de nueva creación o no cotizadas de cualquier tamaño utilizan los múltiplos a los que se valoran las cotizadas como referencia a la hora de ofrecer más o menos capital y deuda a las empresas. En otras palabras, cuanto mejores sean las empresas que pongamos en el escaparate y más alto coticen, más dinero fluirá hacia las compañías más pequeñas o de nueva creación.
Ese escaparate, esa punta visible del iceberg, debería ser lo más grande y representativa posible. Si pudiera tener espacio para 100 o 200 compañías, daría mejor información que si solo incluye 35. En la era de la Inteligencia Artificial no cuesta mucho calcular un índice con más participantes. Además, la economía española de hoy no es menos de lo que era la británica cuando apareció el FTSE 100.
Sin embargo, es más importante la calidad que la cantidad. Lo más relevante es que cuidemos bien lo que aparece en ese escaparate. Deben ser buenas alternativas de inversión. Si en media son proyectos muy rentables, habrá muchos inversores interesados en invertir lo antes posible en la próxima empresa parecida con el objetivo de obtener una rentabilidad similar.
Si en media son proyectos muy rentables, habrá muchos inversores interesados en invertir lo antes posible en la próxima empresa parecida
Por el contrario, hacemos un flaco favor al país cuando se permiten compañías en ese escaparate que no defienden los intereses de sus dueños, sino intereses políticos o que mantienen enormes conflictos de interés que ofrecen la posibilidad a los directivos llevarse más de lo que les corresponde.
Hacemos, también, un flaco favor al país cuando las compañías modelo deben hacer frente a impuestos especiales diseñados específicamente para ellas (energéticas y bancos) o deben hacer frente a desorbitados costes en indemnizaciones por despido para agradar a los sindicatos: el coste medio del último ERE de Telefónica es de 380.000 euros por empleado, importe parecido al premio de un décimo del gordo de navidad. Todo a costa de los accionistas.
Por lo tanto, la imagen que proyectan las compañías en nuestro escaparate necesita mejorar. A ojos de los inversores, la calidad media de los negocios del índice de referencia español es muy deficiente. Personalmente, a pesar de ser español, si solo pudiera invertir en España a través del Ibex, no invertiría.
Hacemos un flaco favor al país cuando las compañías modelo deben hacer frente a impuestos especiales diseñados específicamente
Afortunadamente, puedo elegir las compañías. Por ello, los dos fondos de inversión y el plan de pensiones que asesoro, a pesar de ser globales, invierten en muchas empresas españolas. No porque confíe más en la economía española que en otras, sino porque confío en determinados modelos de negocio y en las personas que los dirigen más que en otras cotizadas de otros lugares. Es decir, aunque considere insuficiente la calidad media del Ibex no significa que no haya buenas oportunidades de inversión en algunos valores cotizados, incluso dentro del Ibex.
El primer ejecutivo de una compañía es mucho más que su trabajo; la sombra que proyecta en toda la organización es muy relevante para el éxito de la empresa. De la misma manera, una compañía del Ibex es mucho más de lo que genera; es un espejo en el que se miran muchos empresarios y es una referencia muy relevante para los inversores que invierten en otras empresas españolas. Por último, en un entorno donde la gestión pasiva tiene un peso relevante, tenga sentido o no, existe un incentivo adicional para mostrar la mejor cara posible en un escaparate capaz de atraer inversión al país.
]]>El socio gerente ha formado una empresa propia, de la cual es único dueño. Esta empresa se encarga de centralizar las compras de alimentos para el restaurante, vendiéndolos posteriormente al restaurante a precios significativamente más altos. De esta manera, el socio gerente obtiene un beneficio directo sin aportar valor adicional, disminuyendo las ganancias del restaurante.
Esta práctica se denomina «tunneling», una forma de defraudar a los socios de una empresa a través de otra empresa proveedora. Esto es algo susceptible de ocurrir en cualquier sociedad, pero es mucho más probable en las sociedades cotizadas porque los minoritarios están atomizados y apenas ejercen control sobre los directivos.
Como inversores, es crucial estar alerta a las operaciones entre empresas vinculadas en las que se planea invertir. El «tunneling» ocurre cuando los bienes o servicios se venden a la empresa a un precio superior al del mercado, una comprobación difícil debido a la falta de transparencia e imperfección de los mercados.
Los directivos tienen a su alcance varias formas de extraer valor de la sociedad que dirigen. Puede ser a través de suministros (ejemplo: compra de uva por una bodega); servicios; a través de alquileres o a través de los paquetes retributivos.
Los salarios son el caso más directo, por ello hay más control y más información, aunque se debería mejorar aún más. En las cotizadas controladas por una familia deberían publicarse todas las retribuciones de los miembros de esa familia (aunque no sean consejeros).
Las transacciones comerciales están mucho menos vigiladas por la normativa, el supervisor y los analistas. Por ello es donde se producen los principales conflictos de interés. Hay tantos y están tan extendidos que los inversores habitualmente tenemos que tragar con pequeños «sapos».
Un ejemplo de un pequeño sapo con el que tuve que tragar durante años fue con los alquileres de algunos edificios de Pontegadea a Inditex. Preferiría que no estuvieran, pero representaban poco comparado con las ventas o beneficio de la empresa. A día de hoy soy consciente que, aunque me fije más en estos temas que la mayoría de los inversores, sigo teniendo que tragar con algunos pequeños sapos en los valores que selecciono porque si me pongo estricto me quedo sin invertir.
Por estos motivos, cuando se destapan a ojos de la mayoría sapos enormes como los conflictos de interés existentes entre Grifols y Scranton tenemos que aprovechar para mejorar: deben cambiar los códigos de buenas prácticas y la manera de analizar de gran parte de los inversores.
La teoría me hace ser positivo, pero mucho de lo que he leído estos días en medios es decepcionante. No debería haber analistas y gestores profesionales que respalden las decisiones que han llevado a Grifols a la situación actual. No podemos hacer la vista gorda. Si la compañía continúa con las mismas personas al frente y con los mismos conflictos de interés abiertos como si nada, los inversores tendremos que tragar con sapos mucho mayores en el futuro o buscar otros mercados donde haya menos.
No debería haber analistas y gestores profesionales que respalden las decisiones que han llevado a Grifols a la situación actual
Tapar los agujeros por los que se pueden desangrar las cotizadas beneficia a los inversores porque obtendrán mejores retornos; beneficia a las empresas que quieran financiarse en los mercados de capitales porque obtendrán más financiación y más barata y perjudica a los directivos que abusan de su situación.
A día de hoy, son los propios dirigentes de las cotizadas los que se autolimitan en el «tunneling» por el qué dirán. Los auditores solo vigilan la legalidad y la correcta contabilización según la normativa.
Si el mercado traga con la relación actual entre Grifols y Scranton, quedará la puerta abierta de par en par para que Pontegadea pueda comprar y alquilar todos los Inmuebles a Inditex, para que las sociedades familiares accionistas de gran parte de las cotizadas españolas se lancen a comprar proveedores de las sociedades que controlan y para que cualquier grupo de consejeros, aunque no sean accionistas, creen sociedades apalancadas que vendan bienes o cobren comisiones de intermediación a las sociedades que dirigen. Es mejor no ver estos conflictos que expresamente consentirlos.
]]>Estas extrañas operaciones entre Grifols y Scranton fueron precisamente las que provocaron que, en octubre de 2019, Avantage Fund —el fondo que asesoro y en el que tengo invertido la mayoría de mi patrimonio— vendiera rápidamente el 100% de las acciones de Grifols que mantenía desde 2014. Expliqué entonces los motivos en esta misma columna: "¿Por qué ya no invierto en Grifols?".
Para determinar quién tiene razón, si Grifols o Gotham, en sus acusaciones mutuas, debemos preguntarnos: ¿por qué Grifols llevó a cabo estas complejas transacciones y adoptó sorprendentes prácticas contables para apuntarse el beneficio de unas sociedades proveedoras de las que no posee acciones?
Las empresas no suelen informar de las razones reales de las operaciones corporativas que realizan. Suelen buscar una o varias excusas públicas que comunican y los motivos reales se los guardan.
Grifols afronta 1.900 M en vencimientos hasta 2025 con sus cuentas en tela de juicio
Óscar Giménez
Como inversores, es nuestro trabajo analizar y entender por qué las compañías toman ciertas decisiones. En mi opinión, habría dos posibles explicaciones lógicas. La primera es reducir la ratio de endeudamiento más comúnmente utilizada por los inversores y analistas (deuda financiera neta/ebitda) para disminuir los intereses pagados por la empresa y asegurar su supervivencia, ya que una ratio muy alta podría impedir la refinanciación de la deuda.
La segunda razón podría ser incrementar los beneficios de la familia Grifols. Esto se lograría a través de los precios de compraventa de sociedades entre Scranton y Grifols, y por los precios a los que Grifols compra plasma a las empresas de Scranton, generando más ganancias para Scranton y menos para Grifols, en beneficio de la familia.
Resalto que tanto en las compraventas de sociedades como en las compras de plasma, un precio un 20% más alto o más bajo se puede justificar sin despeinarse nadie. Un 20% de diferencia sería mucho dinero relativamente para Scranton y menos para los números de Grifols. En el caso de las compras de plasma, ese 20% podría llegar a representar gran parte o todo el beneficio económico de la transacción. No sabemos qué criterios están utilizando, pero teniendo en cuenta que el interés de la familia está más en Scranton que en Grifols, lo lógico como potenciales inversores de Grifols es desconfiar.
Por otro lado, la inversión de Scranton parece estupenda. ¿Qué empresa tiene las ventas garantizadas durante 30 años? Y en caso de que ocurra cualquier circunstancia no prevista, controlas al cliente, así que se resolverá la situación a tu favor.
Además, también surgen conflictos de interés con la opción de compra de Grifols a sus proveedores de plasma. Puede ejercerla antes o después. ¿La dirección de Grifols lo hará cuando le convenga a Scranton o a Grifols? La lógica de los intereses económicos te dice que cuando le convenga a Scranton. En el caso de que a Grifols finalmente no le interese comprar a sus proveedores, ¿qué hará la dirección de Grifols? ¿No comprar porque no le interesa a Grifols o comprar de todas maneras porque le interesa a Scranton? Y en el caso contrario, ¿podría la dirección de Grifols dejar vencer la opción porque le llegara a interesar a Scranton?
Destaco que en todos los sectores las dinámicas competitivas evolucionan, sobre todo a largo plazo. ¿Qué ocurre si surgen mejores alternativas al plasma que venden las filiales de Scranton o más baratas?
El inversor no debe permitir que la dirección de las empresas en las que invierte esté interesada en tomar decisiones que beneficien a terceros
Una empresa es mucho más que los números que aparecen en las cuentas anuales. Hay activos (cartera de clientes, por ejemplo) y pasivos (costes de despido de la plantilla no productiva) que no están en el balance. En el valor de los negocios influyen mucho las expectativas de futuro y las posibilidades de desarrollo de negocios que aún no tienen.
Los inversores no debemos permitir que la dirección de las empresas en las que invertimos esté interesada en tomar decisiones que beneficien a terceros y perjudiquen a la empresa que dirigen. Esto es algo que siempre he considerado vital, lo he explicado desde el primer artículo que escribí en El Confidencial.
Volviendo a las operaciones que efectivamente ha realizado la compañía. El mejor resumen del tinglado de operaciones vinculadas realizado lo hizo la propia Grifols en este comunicado a CNMV el martes 9 por la tarde. El diseño del conjunto de compraventas de sociedades, deudas entre las partes, financiación de terceros, transacciones comerciales entre las partes, opciones de compra, compromisos otorgados y rebuscado tratamiento contable para consolidar empresas de las que Grifols no es dueña es algo digno del arquitecto de Matrix.
En los próximos días iremos conociendo cuál es el tamaño real de las deudas y compromisos de Grifols y cómo comparan esas cifras con el beneficio realmente atribuible a los accionistas de la cotizada. Mientras tanto, quien vuelve a tener razón es el famoso inversor Charlie Munger, recientemente fallecido a los 99 años, cuando decía: "Cada vez que oigas la palabra ebitda, sustitúyela por pamplinas".
]]>Esta situación es diametralmente opuesta a la vivida en septiembre y octubre. Durante esos meses, se presentaron cifras de crecimiento de precios levemente más altas, lo que resultó en una caída considerable tanto en la renta variable como en la renta fija. En aquel momento, el mercado comenzaba a asumir la posibilidad de que las tasas de interés se mantendrían altas durante un período más prolongado.
Estas fluctuaciones son habituales en los mercados financieros, donde el pesimismo puede dar paso rápidamente a la euforia, y viceversa. Aunque el optimismo es preferible, es importante recordar que estos cambios son una parte natural del comportamiento del mercado.
La situación actual es excepcional para lanzar un mensaje para 2024 convincente y sencillo de entender por el inversor final para que invierta tanto en renta fija como en renta variable. Si los tipos efectivamente bajan, como esperan los propios miembros de la Reserva Federal, los bonos y las acciones se revalorizarán. Este mensaje es prácticamente el mismo en la inmensa mayoría de bancos, pequeñas entidades financieras, ciudades y países de occidente. Las compras de los clientes de estas entidades están reforzando la tendencia alcista en los mercados.
Es sorprendente ver cómo el mercado sube ahora y bajaba hace dos meses, como si solamente cotizase una variable: la inflación como indicador adelantado de lo que harán los tipos de interés.
Sin embargo, en el mercado de acciones no cotizan ni la inflación ni los tipos de interés. Cotizan participaciones en negocios. Los primeros ejecutivos de las compañías cotizadas tienen muchos aspectos sobre los que preocuparse, pero entre ellos no está el nivel de inflación de 2024.
Es sorprendente ver cómo el mercado sube ahora y bajaba hace dos meses, como si solamente cotizase una variable: la inflación
Es decir, los mercados miran en una dirección y quienes dirigen los negocios cotizados en otra. Mi recomendación no puede ser otra que ponerse en la piel de los primeros ejecutivos de las cotizadas para encontrar oportunidades de inversión. Para ello, habrá que hacer un ejercicio de abstraerse del ruido cortoplacista de las cotizaciones y seleccionar negocios en los que tengamos motivos para confiar a largo plazo.
]]>He podido comprobar cómo desde el 31 de diciembre de 2014 hasta el 8 de diciembre de 2023 mi inversión se ha revalorizado un 1,7% anual, por debajo del 2,2% anual de la inflación. Los números no mienten, el valor real de los derechos consolidados ha descendido en 9 años. El poder adquisitivo del capital es ahora menor al que tenía en diciembre de 2014. Estos números contrastan, por ejemplo, con el 9% anual obtenido por Avantage Fund en el mismo tiempo.
La causa del pobre rendimiento no son las comisiones. He calculado que la comisión de gestión media ha sido solamente del 0,53%. Da la casualidad de que yo mismo fui uno de los múltiples gestores de ese plan de pensiones entre 2004 y 2009, cuando todavía no era partícipe.
En mi opinión, el motivo principal del mal resultado es la falta de suficiente compromiso por parte de alguien en el rendimiento del plan.
El patrimonio lo ha ido gestionando un Comité de Inversiones, cuyos miembros han ido cambiando, que ha seguido las instrucciones de una también cambiante Comisión de Control. En conclusión, en la gestión del plan han participado varias decenas de personas, entre las que se incluyen representantes de sindicatos y directivos del banco no vinculados a la gestión de activos. Es decir, el plan de pensiones lo ha gestionado «Fuenteovejuna»: muchas manos y nadie que se responsabilice del resultado.
Seguro que algún comercial avispado me dice que este plan ha ido mejor que la mayoría de los planes de su categoría, mixtos de renta fija, y no le faltará razón. El problema es que la inmensa mayoría de planes de su categoría están también gestionados por «Fuenteovejuna» y con unas comisiones mayores.
A nivel gestión, el principal error que ha cometido el plan en este tiempo, y la mayoría de sus pares, fue seguir invirtiendo gran parte de su patrimonio en bonos cuyos rendimientos netos de comisiones eran negativos. Algo que se sabía en el momento de comprarlos, pero a nadie con voz o voto le importó. Los gestores, que eran conscientes de esto, se limitaron a «cumplir con la política de inversión» decidida por «otros».
Este error no lo comete con su propio dinero nadie con mínimos conocimientos. Los particulares dejaron de invertir en letras y bonos cuando daban rendimientos negativos, pero los gestores de los planes se dedicaban a «cumplir con su mandato de gestión» sin replantearse nada.
En el futuro se producirán otras distorsiones en los mercados y otros conflictos de interés. Por ello, mi recomendación es invertir en fondos y planes en los que se conozca quién es el responsable último de las decisiones de inversión. Si no lo hay, sal corriendo.
Este error no lo comete con su propio dinero nadie con mínimos conocimientos
Algunos se preguntarán, ¿por qué no lo traspasaste a otro plan? El motivo es que en 2014 me comprometí ante notario con los partícipes de Avantage Fund a invertir solo en ese fondo con las excepciones de Avantage Capital y el plan de empleo de empleados y exempleados del banco en el que trabajé. Ha sido hace unos días cuando he preavisado con antelación para modificar ligeramente mi compromiso para poder traspasar esa inversión en unas semanas a Avantage Fund Plan de Pensiones y poder realizar ahí aportaciones adicionales en el futuro.
La experiencia ha demostrado que las bajas comisiones no son suficientes para proteger el valor real de una inversión. Esta experiencia subraya la importancia de una gestión responsable tanto en fondos como en planes.
]]>Sin embargo, el anuncio de esta operación ha puesto «en guardia» a muchos inversores que vemos esta oferta no como una oportunidad de venta, ni como un catalizador para que el valor de la compañía aumente, sino como una potencial amenaza porque en un futuro no lejano el mayoritario podría obligar a los minoritarios a vender sus acciones mediante una opa de exclusión a un precio que no acepten.
Esto es algo que ocurrió en Barón de Ley hace unos años. El accionista mayoritario compró casi tres cuartas partes del capital gracias a la caja de la propia compañía. Avantage Fund fue uno de los inversores obligados a vender en la OPA de exclusión.
Algunos de los lectores más antiguos de esta columna recordarán aquel caso, porque expliqué detalladamente en varios artículos cómo a lo largo de 15 años el accionista mayoritario trazó y ejecutó un plan para quedarse con Barón de Ley utilizando el dinero de la propia compañía.
Helena Revoredo, dueña de Prosegur, lanza una opa sobre el 15% por 149 millones
EP
Ante aquella expropiación, que había encontrado un hueco legal en la Ley de OPAs, cerca de 160 inversores profesionales, institucionales y particulares nos unimos para reclamar al Ministerio de Economía y CNMV cambios en la Ley de OPAs. El mensaje se entregó y llegó, porque lo recogió el diario Expansión en portada y en una página completa. Sin embargo, dos años después no se ha aprobado nada que impida que el caso pueda volver a repetirse.
El caso de Prosegur es diferente en muchos aspectos —la compañía paga dividendo, tiene deuda en lugar de caja, trata de venderse ante inversores de la mejor manera que puede…— pero es cierto que muchos inversores vemos la OPA de exclusión como la principal amenaza.
Este artículo de Cinco Días recoge la opinión de dos casas de análisis sobre si recomiendan o no acudir a la OPA. Una entidad dice que no lo recomiendan porque el precio pagado es menos de la mitad de lo que ellos estiman que vale Prosegur y otra recomienda acudir, pero no porque paguen un buen precio, sino porque la alternativa es quedarte invertido en un valor muy ilíquido y al que es probable que le lancen una OPA de exclusión en un futuro cercano. La OPA de exclusión no se presenta como algo bueno (una oferta a los accionistas) sino como un riesgo para los intereses de los minoritarios.
Ante esta situación, ¿qué debemos hacer los inversores?: Insistir. Insistir para que cambie la Ley de OPAs en dos aspectos muy sencillos y razonables:
El primero es que al igual que en las salidas a bolsa se exige un mínimo de capital flotante para salir al mercado, con mayor motivo, antes de las exclusiones de cotización deben aplicar esos mismos porcentajes mínimos. Si una compañía quisiera dejar de cotizar, necesitará lanzar una OPA de exclusión y que el precio propuesto lo acepte más del 50% del capital en manos de los minoritarios. Si fuera rechazado no podría recomprar acciones haciendo descender el capital flotante por debajo del mínimo establecido. El objetivo es que no se pueda acorralar a los minoritarios dejándoles sin liquidez ni obligarles a vender a un precio decidido por el comprador.
En segundo lugar, si para resolver cualquier conflicto de valoración debe aparecer una valoración independiente, este valorador deberá ser seleccionado también por alguien independiente (el supervisor de los mercados es un candidato muy razonable) y la factura será pagada por la compañía en cuestión. No puede permitirse que en ningún caso sea la propia compañía quien seleccione al valorador directa o indirectamente porque no será independiente, trabajará al servicio de quien lo contrata y, por lo tanto, de los accionistas que controlan la cotizada. Es importante resaltar que la valoración de una compañía puede variar significativamente, llegando a ser hasta diez veces mayor o menor, dependiendo de la perspectiva y los criterios utilizados por quien realice la valoración.
No puede permitirse que en ningún caso sea la propia compañía quien seleccione al valorador directa o indirectamente
Termino animando al lector a contribuir a mejorar la protección de los inversores en los mercados de capitales. Esto permitirá también que en el futuro más empresas puedan ser financiadas por los mercados en mejores condiciones.
Si quieres unirte a los inversores que vamos a volver a solicitar al Ministerio de Economía y al supervisor que se modifique la Ley de OPAs para proteger a los minoritarios tienes más información aquí. Puedes firmar como particular, profesional a título individual o institucional.
]]>Durante la última década los tipos de interés cercanos a cero hicieron que la renta fija no fuera una opción atractiva de inversión, salvo en contadas excepciones. Es cierto que muchos inversores siguieron invirtiendo en ella, pero la mayoría de ellos sin ser conscientes de que estaban invirtiendo en activos que lo más probable era que les generasen pérdidas, como así ocurrió de manera generalizada en 2022.
Hoy, nos encontramos en una encrucijada donde los bonos resurgen como una opción viable, especialmente algunos títulos de renta fija privada, que ofrecen rentabilidades muy razonables. Para aquellos cuya visión a corto o medio plazo es que los tipos de interés se reduzcan nuevamente, la renta fija se presenta como una oportunidad dorada.
Sin embargo, en esta situación la renta variable no solo no ha perdido atractivo, sino que lo ha ganado. Resalto que si todos los modelos de valoración (CAPM, descuento de flujos, múltiplos, etc) tienen en cuenta que la rentabilidad de las acciones debe ser superior a la de los bonos es porque el riesgo asumido es también mayor y por tanto debe de recompensarse mejor. Este fue el principal motivo por el que las acciones cayeron fuertemente en 2022. Cada vez los inversores piden mayores retornos al invertir en renta variable.
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C. R.
A corto plazo, podríamos ver a la renta fija ofrecer mayor rentabilidad que la renta variable, especialmente debido a las correcciones rápidas en los bonos y la probable desaceleración económica provocada por la actual restricción de crédito generada por los bancos centrales.
No obstante, debemos tener en cuenta que no sabemos ni cuándo ni a qué nivel esta situación cambie y sea el momento óptimo para volver a pasar de renta fija a renta variable. Por ello, lo razonable es buscar oportunidades de inversión tanto en renta fija como en renta variable, siendo cauto con el nivel total de renta variable que alcanza nuestra cartera.
A largo plazo, la historia es diferente. La renta variable ofrecerá rendimientos superiores a la renta fija. Si los tipos de interés realmente bajan, subirán los precios de los bonos, pero en ese escenario se revalorizarán mucho más las acciones.
A nivel de inversiones concretas, siempre hay compañías con excelentes modelos de negocio que pueden ofrecernos rentabilidades que no están al alcance de los bonos. Es muy difícil ganar un 50%, un 100% o un 500% en renta fija. Por el contrario, es algo habitual en renta variable.
En conclusión, ¿es el momento de cambiar de renta variable a renta fija? Lo mejor es una estrategia mixta que aproveche las oportunidades de inversión que surgen tanto en las acciones como en los bonos. Esto nos dará alta rentabilidad, y ofrecerá más consistencia a los resultados, porque la renta fija y la renta variable no siempre se mueven en la misma dirección. Si invertimos a largo plazo, lo mejor es tener más acciones que bonos. Así invierte Avantage Fund, fondo mixto flexible en el que está invertido más del 50% de mi patrimonio.
]]>Por ejemplo, un inversor que se basa en el análisis técnico observará atentamente las señales de compra y venta que se desprendan de sus gráficos. Por otro lado, un inversor cuyo único objetivo es comprar a precios bajos (estrategia deep value) optará por vender cuando la empresa en la que ha invertido deje de cotizar a precios que considere atractivos, con el fin de invertir en otra compañía que perciba como más económica.
Cabe destacar que cada criterio de inversión tiene un horizonte temporal asociado. Mientras que los inversores que se basan en el análisis técnico suelen optar por estrategias intradía o de corto plazo, aquellos que siguen la estrategia deep value tienden a mantener sus inversiones durante meses o incluso años.
Fuera de su horizonte temporal específico, los criterios de inversión pierden su utilidad. Para un inversor deep value, la cotización diaria de una acción es impredecible, mientras que, para un analista técnico, la cotización de una compañía en un año es igualmente incierta y el criterio de inversión queda «pasado de fecha».
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J.Molina/E.Hita
Algo que no muchos conocen es que el criterio de comprar barato (criterio value por excelencia) también se pasa de fecha. No funciona cuando aparece un competidor que disrumpe el mercado o los clientes cambian sus preferencias de manera abrupta. Por eso los inversores value necesitan que las cotizaciones reflejen el valor que ellos han identificado lo antes posible. Antes de que cambie el entorno competitivo. Por ello, cada vez son más los inversores de este tipo que tratan de presionar a la dirección para que tome medidas para que el precio de la acción suba.
No obstante, esta urgencia contrasta con la imagen que los inversores value proyectaron en el pasado, donde se percibía que invertir era sinónimo de paciencia. Por otro lado, los intereses de estos inversores que buscan que se revalorice la acción en el medio plazo para hacer caja, y continuar su viaje yendo de flor en flor, no necesariamente ayuda a las empresas o a los empresarios que permanecen décadas invertidos en las compañías.
Por ejemplo, a veces se dedican recursos desproporcionados para tratar de hacer subir la cotización (contratación de analistas externos, campañas de comunicación, etc.) o se recompran acciones propias con el objetivo de hacer subir la cotización por la vía rápida en lugar de utilizar esos recursos para desarrollar más el negocio y fortalecer las ventajas competitivas que a largo plazo defenderán los beneficios futuros de la compañía.
Los inversores que invertimos a más largo plazo nos fijamos en esto último (ventajas competitivas) para seleccionar inversiones. Sin embargo, no podemos simplemente esperar a que los beneficios florezcan, sino que debemos seguir de cerca las decisiones y resultados de las compañías para evaluar el progreso de su modelo de negocio y el desarrollo de sus ventajas competitivas.
Además, para asegurarnos de que la empresa esté siempre buscando la manera de generar valor para los accionistas, y no se duerma en los laureles, es importante fijarse en una cosa más: la alineación de intereses entre directivos y accionistas. Este último criterio de inversión, que para nosotros es el más importante, es el que nos permite confiar en que las decisiones que tomen los directivos en el futuro serán, con mayor probabilidad, las adecuadas para proteger los intereses de los inversores.
En resumen, si queremos que el tiempo juegue a nuestro favor, debemos adaptar nuestro horizonte temporal al del negocio e invertir de una manera más acorde con la perspectiva de los empresarios, optando por criterios de inversión que no caduquen, como la alineación de intereses entre directivos y accionistas, o que tengan una durabilidad prolongada, como un modelo de negocio con ventajas competitivas.
]]>Espelosín sostiene que, en su opinión, Tesla cotiza a un precio excesivamente elevado y que para justificar su valoración actual se necesitaría un milagro. Su argumento se basa en los números de 2022 y plantea que, incluso si las ventas crecen a un ritmo del 22% anual durante cinco años, Tesla no alcanzaría un PER de 15 veces el beneficio en 2027, lo que él consideraría razonable. En ese escenario, él sugiere que el valor de las acciones podría caer hasta un 44% o incluso más, en un escenario peor.
Sin embargo, antes de proyectar cinco años hacia el futuro, retrocedamos cinco años en el tiempo. En 2018 Tesla batía trimestre a trimestre su propio récord de pérdidas; llevaba 15 años, desde su fundación en 2003, en pérdidas y era la compañía con mayor volumen a nivel global de inversores cortos (apostaban a que sus acciones caerían). En aquel entonces eran muchas las voces que decían que lo mejor que podía hacer Tesla era cerrar porque cuantos más coches fabricara, más dinero perdería.
En esa época, partir de los números de 2017 y correr las fórmulas del Excel, como hace Alberto Espelosín ahora, era como para ponerte corto. ¿Cómo tenían que evolucionar las ventas para justificar su valoración cuando los márgenes de beneficio eran negativos?
Sin embargo, por aquel entonces cada Tesla debía llevar miles de figuras de Santo Tomás en el salpicadero porque los números son los que son. Las ventas crecieron un 47% anual en cinco años y la valoración de 30 de septiembre de 2018 representa un PER de 4 veces utilizado el beneficio de 2022.
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¿Fue un milagro?, ¿magia? Algunos pensamos que no. En octubre de 2018, hace cinco años, escribí el artículo Invierto en Tesla y creo que no estoy loco. El título estaba pensado para que el lector me diera la oportunidad de explicarme y tratar de no llevarme muchas críticas, pero me las llevé, como se puede ver en los comentarios del artículo.
En mi análisis, ¿qué hice en lugar de utilizar hojas de cálculo? Me enfoqué en el modelo de negocio. En ese artículo, expliqué las cinco ventajas competitivas que identifiqué en Tesla, ventajas que la compañía no solo ha mantenido, sino que ha fortalecido con el tiempo. La brecha entre Tesla y sus competidores ha aumentado en las primeras cuatro ventajas competitivas y se mantiene en la quinta.
El mercado esperaba que los competidores se comieran a Tesla cuando empezasen a fabricar vehículos eléctricos «de verdad», pero ahora la percepción ha cambiado. Los demás fabricantes están perdiendo dinero con cada coche eléctrico que producen, mientras que Tesla sigue mejorando su competitividad año tras año a un ritmo que otros no pueden igualar.
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Año y medio después, expliqué en este artículo cómo mi forma de pensar tuvo que cambiar desde una percepción parecida a la de Espelosín a la actual al ver como Tesla le robaba la merienda a BMW. Inicialmente no estudié Tesla como una opción de inversión sino como una amenaza para BMW, compañía que por aquel entonces estaba en la cartera de Avantage Fund.
Vamos ahora hacia adelante, pero antes de hacer números, hablemos del modelo de negocio. El sector de fabricación de coches era maduro, como indica Espelosín en su artículo, y tenía unos márgenes bajos. Los coches son un puzzle de piezas en las que gran parte del valor añadido se lo llevan los fabricantes de esas piezas y los que implementan el proceso de fabricación. Antes, a los fabricantes les quedaba el diseño, la marca y la coordinación de proveedores, distribuidores y talleres. Ahora, con el coche eléctrico, autoconducible y conectado a Internet, hay más partes de la cadena de valor integradas y surge un elemento diferencial que recae en el fabricante: el software.
Fue hace cinco años cuando aparecieron los primeros conductores multados por quedarse dormidos en sus Teslas mientras circulaban a más de 100 km/h en autopista y el Autopilot les llevaba a casa. Esto no es nada del futuro, es del pasado. Desde entonces Tesla ha desarrollado su sistema de autoconducción basado en Inteligencia Artificial a un ritmo que no puede alcanzar su competencia. Mientras los demás experimentaban con prototipos, Tesla ponía a circular cientos de miles de vehículos al año que recogen datos para que el sistema de autoconducción sea cada día mejor. Cada vez que por la noche se actualiza el software del coche, los dueños de Teslas se despiertan con un sistema de autoconducción más avanzado. Cuantos más coches con estos dispositivos haya circulando, más rápido aprende el sistema y más ventaja coge Tesla sobre su competencia.
Cuantos más coches con estos dispositivos haya circulando, más rápido aprende el sistema y más ventaja coge Tesla sobre su competencia
El software será un elemento diferencial en la generación de valor para los accionistas. El margen de beneficio que produzca será muy superior al de fabricación. Además, su coste por coche baja muy rápidamente a medida que aumenta el volumen de coches que lo utilizan.
El sector de fabricación de coches tenía tradicionalmente unas altas barreras de entrada porque había que fabricar muchos coches en serie para ser rentable. A partir de ahora tendrá unas barreras de entrada aun más altas porque habrá que fabricar muchos más coches para poder ofrecer un software competitivo.
Por esto Tesla está sacrificando, a día de hoy, sus márgenes para ganar volumen. Necesita vender más coches. Optar por vender menos coches, pero con más margen, que es lo que está haciendo su competencia, es pan para hoy y hambre para mañana. De esta manera renuncian a conseguir procesos de fabricación competitivos y ganan papeletas para seguir los pasos de Rolls Royce. Estamos en un negocio con un apalancamiento operativo muy grande.
Alberto Espelosín critica también en su artículo la falta de talleres de Tesla. Los Tesla no necesitan revisiones periódicas, porque no tienen aceite ni bujías, ni hay que revisar los sistemas de emisiones. No se les puede estropear ni el embrague ni la caja de cambios porque tampoco tienen. Los costes de mantenimiento son mucho más bajos.
No obstante, en 2018 era aún peor, faltaban red de cargadores o electrolineras para que los coches eléctricos pudieran circular. Era una crítica muy fuerte al coche eléctrico. Sin embargo, la demanda hace su trabajo. Si hay coches eléctricos circulando aparece la red de cargadores y, detrás, la red de talleres. En 2023 Detroit se han tenido que comer sus palabras: GM y Ford han anunciado que utilizarán los supercargadores Tesla para poder dar servicio a sus clientes. Lo impensable: GM y Ford pagando a Tesla por llegar tarde. Con el software, es probable que vayamos hacia algo similar.
Es decir, desde el punto de vista de modelo de negocio estamos asistiendo a una disrupción. No es una evolución. No es tan sencillo como estimar una tasa de crecimiento y rellenar las celdas del Excel. Ni en este sector ni en otros. Si hace unas décadas le hubiéramos preguntado a Amancio Ortega (Inditex), Steve Jobs (Apple) o Jeff Bezos (Amazon) por las tasas de crecimiento que deberíamos poner en el Excel para valorar sus compañías habrían respondido que no tenían ni idea. Los empresarios se centran en construir valor para los accionistas ofreciendo productos y servicios a sus clientes de la manera más eficiente posible. Estas empresas no aceleraron sus ritmos de crecimiento por avaricia, para ganar más, sino para defender sus modelos de negocio de posibles competidores que pudieran hacerlo mejor que ellos en el futuro.
No es tan sencillo como estimar una tasa de crecimiento y rellenar las celdas del Excel
Termino con alguna referencia de valoración. Probablemente a Espelosín no le parezca disparatada la cotización de Apple, cotiza a un PER más bajo y es una de las principales inversiones de Warren Buffet, referente de los inversores value. Pues bien, la capitalización de Apple es más del triple que la de Tesla a pesar de que tiene una posición competitiva más débil. Uno de los motivos de esa debilidad es que existe Android, plataforma de software competidora a IOS. Mi expectativa es que Tesla gane más dinero en unos años vendiendo coches que Apple vendiendo móviles.
No sé cómo envejecerá este artículo, cómo lo hará Tesla, ni que papel tendrá Santo Tomás en esto, pero en mi opinión, para el análisis de todo tipo de compañías, creo que es más útil dedicarle tiempo al análisis de los negocios y la posición competitiva de las empresas que a hacer estimaciones en Excel partiendo de los números del último año.
]]>En el mundo de los fondos de inversión, este fenómeno en el que los inversores venden cuando los precios bajan y compran cuando suben, se denomina "brecha de comportamiento" o "behaviour gap". Esta brecha se mide por la diferencia entre la rentabilidad total de un fondo y el retorno promedio obtenido por sus partícipes.
Existen muchos estudios que analizan esta brecha según el tipo de activo. Uno destacado es Mind the Gap, publicado por Morningstar. Tomemos como ejemplo el fondo Fidelity Magellan, gestionado por Peter Lynch entre 1977 y 1990. Durante ese periodo, el fondo de Lynch logró una impresionante rentabilidad anualizada de más del 28%, superando con creces el 14% del S&P 500. Sin embargo, el equipo de Lynch descubrió que, en promedio, los inversores del fondo solo obtuvieron una rentabilidad anualizada del 7%. La razón detrás de esta discrepancia fue que muchos compraban cuando subía y vendían cuando bajaba.
Muchos de nosotros, que trabajamos en la gestión de activos, somos testigos de este comportamiento en los fondos que dirigimos. Es frustrante lograr una rentabilidad y luego ver que, en promedio, los partícipes obtienen menos debido a decisiones impulsivas. Los estudios son unánimes: para maximizar el retorno, lo óptimo es mantener la inversión a largo plazo.
Ante esto, ¿cuál es la solución? Deberíamos apelar a nuestro juicio racional. La naturaleza humana nos empuja a ceder ante el pánico o la euforia. Con el diseño del Avantage Fund, hemos tomado medidas para desalentar la inversión a corto plazo y promover un horizonte de inversión a largo plazo. Por ejemplo, aquellos que retiren su inversión antes de tres meses pagan un 3% al resto de inversores del fondo y quienes permanecen más de cinco años pasan a una clase con unas comisiones aún más bajas. Esto y escribir estas líneas son nuestra pequeña aportación a la causa.
Los bancos ya ofrecen depósitos que alcanzan y superan el 4% TAE de rentabilidad
Carlos Rodríguez
Termino con un poco de humor. La semana pasada me llegó este vídeo de una red social. Muestra cómo reaccionamos ante el miedo en la vida real. Es simple, pero muy gracioso. La reflexión final es: ¿cómo vas a enfrentarte al miedo cuando este irrumpa en los mercados financieros? ¿Te va a hacer tropezar otra vez?
]]>Una gran compañía (Telefónica) «sin dueño», controlada por dos grandes bancos que tampoco tienen «dueño» (BBVA y Caixabank) es un ecosistema de influencias para políticos y directivos. Ahora, este ecosistema está amenazado por la entrada de un accionista extranjero. Aunque la conversación pública se ha centrado en el origen extranjero del nuevo accionista, lo que de verdad preocupa es que vaya a mandar otro, independientemente de quien sea ese otro.
Digo «sin dueño» porque los verdaderos dueños son los que menos importan en este asunto. ¿Quién vela por los intereses de los propietarios del 80% de Telefónica? Esos inversores que tienen acciones bien directamente o bien a través de ETFs indexados; fondos de inversión o fondos de pensiones. Esos son mayoría, pero no pueden hacer nada o no se espera que hagan nada. Los políticos y directivos, que van a lo suyo, son los que deciden sobre el futuro de la compañía.
Es crucial entender que una empresa es una entidad creada para lograr los objetivos de sus accionistas. El valor de las acciones depende del valor que esa empresa entregará en el futuro a sus dueños. Si las decisiones corporativas se toman con objetivos que son ajenos o incluso contraproducentes para los accionistas, estamos presenciando una apropiación indebida del valor de la empresa.
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J. M.
Este es un principio que la mayoría de los inversores, incluidos algunos profesionales, a menudo no comprenden completamente. De lo contrario, evitarían inversiones en empresas como Telefónica, BBVA, Caixabank o Repsol. Tampoco invertirían en productos indexados en los que dominan las grandes corporaciones «sin dueño» en las que, además, se entrega un «cheque en blanco» a los directivos para que administren la empresa como les parezca.
Imagínese comprar un inmueble y permitir que otro organice fiestas en él a cambio de una renta mínima. Algo parecido es lo que sucede cuando invierte en acciones que generan un dividendo marginal mientras los administradores no priorizan la creación de valor para los accionistas.
En resumen, la entrada de Saudi Telecom en Telefónica es un catalizador que debe llevarnos a cuestionar quién debería tener realmente el poder en una empresa. Es una llamada a la acción no solo para políticos y directivos, sino especialmente para los inversores, para que se conviertan en defensores más activos de sus propios intereses.
]]>Mi respuesta fue que tenía a su alcance la posibilidad de ahorrarse cerca de un 4,5% de intereses por el importe máximo del saldo vivo de su hipoteca. Además, en comparación con otras alternativas de inversión, por ese ahorro no pagaría impuestos. Es decir, el tipo equivalente neto de impuestos frente a otra inversión rondaría el 5,5% anual y encima reduciría el riesgo de su patrimonio.
En esta misma tesitura se encuentran muchos ahorradores y la decisión que una parte relevante de ellos están tomando es la lógica: amortizar anticipadamente sus hipotecas a tipo variable en la medida de sus posibilidades. Esta acción tiene la ventaja adicional de que se puede realizar de forma secuencial, sin incurrir en costes adicionales.
En una situación similar se encuentran también muchas empresas, las cuales están viendo que la manera más sencilla que tienen a su alcance de ahorrar costes es reducir el tamaño de su deuda para pagar menos intereses. La consecuencia negativa para la economía es que esas decisiones empresariales llevan aparejada una menor inversión, un menor ritmo de crecimiento y una menor contratación de empleados.
Los bancos se enfrentan a un escenario complejo con la amortización anticipada de hipotecas y créditos. Pierden en dos frentes: la disminución del pasivo a bajo coste (cuentas y depósitos) y la reducción del activo rentable (préstamos y créditos). Adicionalmente, la calidad crediticia de su cartera tiende a deteriorarse, ya que los clientes más solventes son los que más frecuentemente optan por la preamortización de sus deudas.
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C. R.
Por otro lado, los mayores tipos de interés hacen disminuir la demanda de crédito nuevo de particulares y empresas solventes, por lo que la generación de nuevo negocio se ralentiza.
Hasta ahora las subidas de tipos han sido muy positivas para los resultados de los bancos; las entidades financieras ganan un alto margen de intereses por los saldos en cuentas corrientes, sin apenas remuneración, que sus clientes mantienen en sus cuentas para realizar pagos. Sin embargo, los bancos tienen mucho que perder a medida que los clientes (particulares y empresas) se adaptan a los nuevos tipos de interés. Los clientes se van dando cuenta que pueden ganar mucho por la liquidez y ahorrar también en intereses de los créditos.
Hay que tener en cuenta que, a partir de ahora, la actualización del coste del pasivo (depósitos) va a ser mucho más rápida que la del activo, ya que la parte del activo a tipo variable ya ha subido pero la parte que está a tipo fijo y plazos largos va a tardar mucho en vencer. Por otro lado, los bancos han tardado en subir la remuneración del pasivo porque la liquidez no era un problema. Cuando la liquidez aprieta, porque los clientes retiran sus grandes saldos no remunerados o con bajo interés, el coste del pasivo sube muy rápidamente haciendo disminuir de manera casi repentina el margen de intereses de los bancos.
Por último, debemos ser conscientes de que si a los bancos les obligasen (no debería ocurrir) a vender sus activos (bonos, créditos y préstamos a la clientela) a precios de mercado (con los tipos de mercado actuales) generarían tales pérdidas que la inmensa mayoría de ellos quedarían en quiebra técnica. Por ello, han de cuidar muy mucho su liquidez (restringiendo así el crédito a la economía real) no les vaya a ocurrir lo mismo que a Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic hace unos meses al otro lado del Atlántico.
]]>Los motivos subyacentes para esta parálisis suelen agruparse en dos categorías: falta de tiempo para explorar opciones de inversión y el miedo a los riesgos asociados con la toma de decisiones financieras.
Es fundamental entender que la inacción también es una toma de decisión, y no exenta de riesgo. El patrimonio siempre está 100% invertido, sea en un tipo de activo (cuenta corriente) o en otro (inversiones). Dejar el dinero en cuenta es una decisión que, con certeza estadística, hará que el patrimonio pierda casi todo su valor en el muy largo plazo. Por otro lado, mantener la cartera de inversión estática es confiar en los activos previamente seleccionados o heredados sin plantearse si tienen sentido a día de hoy.
Para aquellos que se sienten atrapados en esta parálisis financiera, hay dos rutas principales hacia la «liberación»: la autoeducación en materia de inversiones o la delegación de decisiones a asesores de confianza. Ambas estrategias son efectivas para mitigar el temor y la incertidumbre que nos paralizan.
Las soluciones híbridas —delegar la inversión de parte del patrimonio y seleccionar directamente los activos en otra— suelen ser también buenas alternativas por tres motivos: porque la decisión última de inversión siempre es del dueño del capital; porque se puede aprender de los profesionales en los que confiamos y de la experiencia inversora con ellos y porque si realizamos algunas inversiones nosotros directamente es probable que entendamos mejor lo que nos están ofreciendo los profesionales para la otra parte de nuestro capital.
Fondos indexados para empezar a invertir: preguntas y respuestas para principiantes
Vicente Varó
¿Cuánto dinero estamos dejando de ganar por no invertirlo?
Para responder a esta pregunta voy a mojarme, voy a dar unos números prudentes y sencillos para describir una realidad que es más compleja. Creo que estas cifras no sorprenderán a los profesionales, pero servirán de guía a ahorradores con poca experiencia en mercado. Allá voy:
Respecto a mantener el dinero en cuenta corriente, actualmente hay cerca de un 3% de rentabilidad neta de gastos, y bruta de impuestos, que es muy sencilla de obtener. Fácilmente, sin apenas volatilidad y con muy poco riesgo, se pueden ganar 3.000 euros anuales por cada 100.000 euros invertidos en fondos monetarios o letras del tesoro. Nótese que esta cantidad era negativa hace 2 años y los bancos seguían comercializando fondos monetarios sin decírselo a los inversores.
Asumiendo más riesgo, lo normal es obtener rentabilidades adicionales a los rendimientos de las letras o los fondos monetarios: Invirtiendo a muy largo plazo (más de 10 años) es razonable obtener al menos otro 3% adicional anual (6% en total) invirtiendo en renta variable. La diferencia es que aquí tendremos mucha más volatilidad. Habrá años que perdamos y otros que ganemos mucho más de 6.000 euros por cada 100.000 euros invertidos.
¿Empezar a invertir? Carteras baratas y de bajo riesgo para dar el primer paso
Vicente Varó
La diferencia entre invertir bien y mal en carteras suficientemente diversificadas de renta variable suele rondar un 5% anualizado. Es decir, unos 5.000 euros anuales por cada 100.000 euros invertidos. Con los tipos de interés actuales, el rendimiento total anualizado invirtiendo a largo plazo variaría entre un 3,5% y un 8,5% cada año. Es decir, entre 3.500 euros y 8.500 euros por cada 100.000 euros invertidos.
Con estas cifras en la cabeza corresponde a cada inversor decidir si sigue sin prestarle atención a sus inversiones. Destaco que estas cifras que doy son solamente una guía para tener una idea aproximada de cuánto nos perdemos por no ocuparnos lo suficiente de rentabilizar el capital. Cuanto mayor sea nuestro patrimonio, más tiempo debemos dedicar a buscar buenas alternativas de inversión.
Termino señalando que en un comentario en este artículo justifico los números redondos que he indicado.
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